QUE LAS HAY LAS HAY…
(Entrada que publiqué hace años y luego eliminé por temores heredados de la dictadura, Humbertito se merece una reedición)
No creo en nada. Pero en nada. Tá?
Fui siempre un desastre para la fe y cosas por
el estilo. En mis tiempos de adolescente fui ateo, materialista dialéctico y
todas esas cosas que uno era más que nada por haber leído algún libro de la Editorial Pueblos
Unidos. Había uno en especial: “El Origen
de la Vida ” de
O.Oparin al que yo esgrimía como un ariete contra los curas de la parroquia del
barrio, mareándolos con lagunitas calentitas, coacervados y aminoácidos
primordiales. Que los átomos de nitrógeno en presencia del agua calentada por
la lava y todas esas cosas. Ellos me contestaban con los típicos sofismas de
Santo Tomás de Aquino y yo trataba de demostrarles que Dios era un perverso
invento de las clases dominantes.
Así que yo de Dios, nada… Y de lo espiritual
oculto menos.
Y no te digo nada de mi escepticismo con toda
esa onda espiritista-new
age-orientalista-ocultista-astrológica-místico-vegetariana. Cosas de señoras
ociosas de Pocitos y de las revistas taroticas-ovni-macrobióticas de las
peluquerías. Ambiente trucho y asfixiante que se respira en el incienso berreta
de las tiendas de venta de artículos de
Indochina. Y los mandalas… Por favor!!
Mandalas a cagar…
A ver si me explico, para mí el misterio
siempre fue importante, pero no ese misterio de angelitos de yeso pintados de
dorado y velas con forma de pirámides o de películas del Viernes por la noche.
Y tantas cosas “paranormales” que siempre me parecieron “para anormales”.
Todas estas vueltas son para que no se piensen
que uno es un hombre fácil para eso del más allá.
Y para que sepan que lo que voy a contar es la
pura verdad.
MOZART Y HUMBERTO QUAGLIATA
Allá por los años de la dictadura se había
hecho famoso por estos lares un pianista. Bah, llamarle pianista es un poco
insultante para los ejecutantes de tan noble instrumento. Este personaje,
Humberto Quagliata daba (y todavía da), conciertos por todo el mundo, en
especial en España, favorecido por las embajadas del gobierno militar. Había
accedido a cierta fama a caballo de su relación non-sancta con el General
Vadora, figura siniestra de un gobierno siniestro. Nunca mejor dicho “a
caballo”, ya que el general y el pianista eran amantes. Bueno, eso se decía…
Tenía también una especial habilidad para sacarse fotos con famosos, hasta con García Márquez, que no debe haber sospechado con qué facho se fotografiaba cuando lo hizo.
Ahora una digresión necesaria. Yo estaba en
pareja con una pianista. Mozart era más sagrado que cualquier Dios de cualquier
Olimpo. Eso tiene que ver con un verdadero culto mozartiano que se oficiaba en
el conservatorio de su maestro, Santiago Baranda Reyes, en un ambiente musical
montevideano que todavía conservaba viejas glorias de un pianismo de primer
nivel.
En aquel tiempo la mencionada dama tenía en su
casa un gran piano de cola y otro vertical.
Sobre la tapa superior del piano vertical
había un pesado busto de Mozart, de bronce,
pegado a una maciza base de mármol rosado. Inconmoviblemente apoyado
sobre la madera, daba trabajo moverlo para limpiarlo.
Bueno, el asunto es que Quagliata iba a tocar
un concierto de Mozart en el teatro Solís con la Orquesta del Sodre. Y fuimos.
Todo Montevideo fue, para ver el espectáculo de ese payaso del fascismo. Y lo
vimos llegar al viejo Solís. Era la época en que todavía los artistas entraban
por la puerta principal al igual que el público.
Sobretodo negro de terciopelo hasta el piso
con enormes solapas, esmoquin impecable debajo, pañoleta de seda al cuello y
como toque extravagante, unas enormes botas tejanas de taco alto por fuera del
pantalón, llenas de tachas plateadas en punta de diamante. Era una figura
inquietante, así, recortada contra las columnas de mármol.
Sacamos primerísima fila y nos sentamos bien
enfrentados al piano. La primera fila de la platea era un poco baja, así que
teníamos la banqueta del piano a la altura de los ojos.
Y bueno. El tipo entró taconeando con sus
botas tejanas haciendo temblar las tablas, saludó, se acomodó en la banqueta y
aquello empezó. Yo no sé si todos los
que leen esto tienen una idea de lo que es Mozart. Pero Mozart es música en
estado puro. Es claridad. Juego cristalino con los sonidos. Abstracción.
Delicadeza y fuerza. Ritmo perfecto. Liviandad profunda. Humor lleno de
ternura. Los buenos músicos tratan de
dejarlo salir, sin empujarlo, sin énfasis baratos.
Cuando este individuo empezó a tocar el mundo
se vino abajo. A un metro de nuestros ojos teníamos la bota tejana derecha
marcando el tiempo contra la madera del piso mientras la bota izquierda oprimía
neuróticamente el pedal. (usar pedal en Mozart queda como el orto, es el
recurso de los que no son capaces de ligar de otra manera, es como los que
abusan del eco en las grabaciones) La mano izquierda martillaba los bajos a un
tiempo diferente del que marcaba la bota derecha y también diferente al ritmo
de la mano derecha que pretendía “expresar” wagnerianamente las límpidas frases
de Mozart. Y todo eso, por supuesto,
diferente al tiempo que marcaba el director. Brutalidad inaudita, vanidad sin
límites, confusión e impunidad de un protegido de un régimen también brutal,
vano, confuso e impune.
La expresión de mi partenaire era impagable.
Su sufrimiento e indignación eran casi cómicos.
Aquel despelote musical no terminaba más.
Estuvo a punto de levantarse e insultarlo. No podía estar quieta en la butaca.
Yo trataba de contenerla, ya que el teatro estaba lleno de milicos.
Bueno, todo terminó y nos fuimos en medio de
los aplausos.
Directo a la casa. No había ánimos para ir a
tomar nada.
Llegamos. Abrimos la puerta de la casa en la
que nadie había estado en todo el día.
El busto de Mozart estaba en medio del piso de la habitación.
Había caído desde la tabla superior de la caja del piano sobre la tapa del
teclado que mostraba una profunda marca producida por la punta de la base de
mármol y de ahí había rebotado a dos metros de distancia.
NOTA: Acabo de entrar a Internet. Quagliata aún
existe y parece ser bastante conocido en España. Es más, lo consideran un grande. No sé si me cerrarán el
blog. Pero para mí es y será siempre una cagada.
Santi:
ResponderBorrarAcabo de hacer una pasada por la página del propio Quagliata y echarle una mirada a su "biografía" que está firmada por....¡Tatán tatán!: José Luis GARCÍA DEL BUSTO.
¡Y después de estas palmarias demostraciones de que ÉL existe, insistís en no creer en nada!
Si no es dios será "el maligno" el que está metiendo la cola. Yo tampoco creo en las brujas, pero....
Con relación al ocultismo-astrológico-orientalismo y al oculismo o los culismos que sean... recuerdo un graffitti de mayo del 68 : "Abajo el orientalismo neo-exótico"
Para terminar quiero expresar un deseo retroactivo con relación al regreso de aquella soireè con la dama del piano: espero que lo único que se haya venido abajo haya sido el busto de Mozart...
Un abrazo
Querido Fernando, te estoy debiendo un largo mail. El Tata está acá en casa, como siempre chupando, mientras mi hermana la pasa mal en Italia. Y sí, vos sabés que ese busto se vino abajo hace más de 30 años pero el resto de la estantería recién se terminó de caer hace 3 y pico.
BorrarVeo que seguís sin arreglar ese asunto de que tus posteos avisen cuando salen. Cuando termine de hacer un trabajo de miércoles que estoy haciendo juro que te escribo y me doy una vuelta por tu blog.
Muy bueno, Santi. El suicidio del busto debe haber sido muy impactante cuando entraron en la casa. Aunque también da que pensar en una humorada de las de Mozart, para que tu novia se distendiera.
ResponderBorrar-Alfredo-
Jeje, a mi novia de entonces no la distendía nada, bueno, un día te contaré.
BorrarEntre otras cosas, ¿Qué Alfredo sos? ¿Capano o Gómez?
Alguna vez escuché que el general era homosexual. Nunca he escuchado la música del tal Humberto, claro que no estoy nada puesta en música, aunque a Mozart, no sólo le conozco como todo el mundo sin que le disfruto y mucho. Imagino que para los entendidos, como podía ser tu pareja de entonces, o tú mismo, debió ser un insulto aquel concierto. Es triste comprobar que aún habiendo pasado aquellos tiempos de inquisición franquista, todavía los poderes fácticos sean los que deciden quién triunfa y quién no en la música ( o en cualquier otra disciplina). Pero lo que ha llamado mi atención es que para no creer en el ocultismo o fenómenos paranormales o llámalo como quieras, Mozart seguro quiso decirte algo. Abrazos
ResponderBorrarFe de erratas: Donde dice "sin" lease "sino"
ResponderBorrarEspectaculaaaaar!. y si hay en tu memoria mas cuentos sobre aventuras y desventuras del Uruguay en dictadura
ResponderBorrarme encantaria leerlas.Me parece que es algo que falta en la literatura actual uruguaya. Se ha escrito mucho desde el punto de vista politico, historico ,pero creo que ha nadie le ha ocurrido hacer una recopilacion de cosas que le pasaron a la gente que no estaba presa ni exiliada, pero que a pesar de las angustias diarias lograba reirse y seguir viviendo . Gracias por compartir el concierto .
Puse una hache de ma's.
ResponderBorrarSorry, es el miedo que aun me produce la palabra Vadora
Marossa
No sé quién sos.....pero de música sabés como yo de mandarín....Humberto Quagliata es un verdadero Maestro del piano, te crees que si fuera como vos decís lo elogiarían personajes como Alicia de Larrocha, Andres Segovia, Torroba. Ha tocado en las salas más importantes del mundo...y vos decís que fue gracias a las Embajadas???? Mira, seguro serás un amargado de la vida, al igual que tu novia pianista, ¿por cierto que fue de ella?. Quagliata se vino en el año 76 a España, porque ese paisito de mierda era de cuarta, al igual que sos vos....Te repito mediocre, se decente y decí el currículum vitae de Quagliata....Tocar en el templo de la música por antonomasia (Teatro alla Scala de Milán); no lo hace un mediocre....ni tampoco en el Mozarteum de Salzburgo. Considerado por la crítica internacional, como el mejor intérprete de música contemporánea.....eso lo obviaste entre toda la bilis que echaste. Seguro que el pianista fracasado sos vos, y no tu novia (personaje que te inventaste).
ResponderBorrarYo fui alumno de Quagliatta. Vivía para la música y a veces encontraba en ella una experiencia trascendente. Le vi actuar en el Auditorio nacional, en Rivas, en Alcalá de Henares y se entregaba con el mismo entusiasmo en un teatro espacioso que en un pequeño aforo.
ResponderBorrarExcelente persona, de un trato sensible y cercano. Nunca le oí hablar con desprecio de nadie. Recuerdo que daba las clases en su casa, un piso con vistas al Manzanares, tenía un viejo piano Ronin en una habitación relativamente pequeña adornada con fotos de sus conciertos. Recuerdo especialmente una en la que se le veía junto a un cartel en ruso con su nombre en las calles del Moscú comunista de la época de Brezniev.
Hoy he sabido que ha fallecido. Vaya para él mi agradecimiento emocionado.