Era un otoño pardo
de miradas esquivas
Era un paseo nocturno
encandilado
por unos silencios
felices de mentiras
y unas caricias torpes
escondidas
enredadas y sabias
fabricando recuerdos
sin saberlo.
Cómo saber entonces
que ahora
ahora todavía
permanecen mojados
tercamente
por una salada antigua y triste
humedad perdida.
Me gustó mucho. Tanto que me fui a repasar el otro, el anterior. No sé que me pasaba que no me resonaba como este. Y ahora creo haberlo encontrado: en este no está el Yo del autor y, entonces, los lectores lo hacemos nuestro enseguida.
ResponderBorrarNo te preocupes que ni yo me entiendo.
Un abrazo
Tenés razón en lo del YO. He estado trabajando sobre eso. Y jode. Que jode jode.
Borrar¿Por qué será que esta primavera española me recuerda tanto a este otoño? Quizá porque esos silencio felices de mentiras han hablado y por la terquedad de los recuerdos que se empeñan en quedarse a vivir para siempre en todas las estaciones.
ResponderBorrarMuy buena la observación de Fernando. El yo del autor puede alejarte del poema, aunque yo igual los hago míos.
Un abrazo bloguero ;)
Digamos que el Otoño poco tuvo que ver en esto. O tuvo mucho. No quiero hacer la disección de un intento de poema. Pero creo que está bien que otros lo hagan. Y como dice Fernando lo del yo, aleja al poema del lector. Los buenos poetas hablan poco en primera persona.
BorrarUn abrazo
Por torpes y escondidas que fueran, las caricias siempre me dan envidia. ¡ Sos un genio, loco, sos un genio!
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